Un futuro en donde la contaminación fue la vencedora, provocando en el mundo desiertos de color rosa por la toxicidad y que los humanos deban protegerse del ambiente que los rodea. Siendo las industrias los principales protagonistas que provocaron este futuro
tóxico pero a la vez dulce como un caramelo, como explica el representante de esta fotografía Fernando Montiel, lo que juega con
la contradictoria idea de que los avances tecnológicos no son siempre una mejoría para el ser humano, sino que a veces se vuelve
nuestro peor enemigo a futuro.
Aun así la tecnología puede volverse en nuestro aliado para un futuro, tal como no los plantea Gyula Kosice, en donde su visión a
futuro le preocupó la sobrepoblación que puede haber en el mundo, por lo que diseñó una ciudad utópica que cubre estas problemáticas y necesidades, donde los humanos pasan de vivir en tierra firme a
vivir en los aires, en hábitats a partir de la energía contenida en el agua, llamándola “ciudad hidroespacial”.
En estos dos mundos ficticios se centra un punto en el cual se comparte en ambos, los avances tecnológicos, pero con la gran
diferencia que uno se usó a favor de la humanidad, mientras que en otro la tecnología les jugó en contra, dando una reflexión del
cuidado que debe tener el humano sobre sus inventos en el planeta.
